Sibila CampsArtículos destacados
   
   

Publicada en diario "Clarín", Buenos Aires, 25 de agosto de 2008

 

TESTIMONIO I

 

Un trámite de más de 8 años que todavía no tiene final feliz


 

Carina Estefanía Cáceres (24) lleva más de 8 años tramitando su DNI; esto, sin contar los que invirtió su madre, "que se quedó, porque no avanzaba nada", cuenta la joven.

Terminó la escuela primaria y no pudo iniciar la secundaria, porque no le dieron el certificado de estudios por falta de documento. "Quería hacer un curso de peluquería, pero no puedo. Tampoco puedo conseguir un laburo, y estoy trabajando en una casa de familia".

Cuando quedó embarazada de Nicolás (8), tuvo que ir a la Municipalidad de San Isidro acompañada por una trabajadora social de La Cava, para tramitar una constancia que le permitiera hacerse controlar en la maternidad. Al nacer Yasmin (5) "no me querían dejar salir, a pesar de tener el alta y estar con mi mamá. Con Melina (2) fue más fácil".

Para anotarlos, Carina tuvo que ir con el padre y dos testigos; hasta entonces, los chicos no tuvieron obra social. Carina, en cambio, sigue sin cobertura de salud, "y en la salita no me dan remedios si no presento el documento", cuenta, la cara hinchada por un dolor de muelas que no recibió calmante.

Para recibir la tarjeta bancaria del Plan+Vida, que permite comprar alimentos por 100 pesos, "lo anoté a mi marido, que estaba trabajando en blanco, pero ahora se quedó sin trabajo, y sólo me dan la leche".

"Uno le está pidiendo una identidad, porque no se le niega a nadie, pero ellos te dan vueltas: 'Venite mañana', 'Venite pasado', no se fijan si uno no tiene plata para viajar. Siempre me tuvieron de aquí para allá. La señora que nos atendía se la agarraba con mi mamá, decía que para que me salga más rápido tenía que pagar, y no teníamos plata".

La sentencia para inscribirla salió en octubre de 2005, con una falla: los números de documento de sus padres estaban escritos en letras, pero no en cifras. Cuando el juez firmó la nueva orden, escribió Estetanía en vez de Estefanía. La tercera, en mayo, no tuvo errores. Con buena suerte, a fin de año Carina tendrá su DNI.

TESTIMONIO II


 

“Ahora no lo saco de mi casa”


“No lo saco de mi casa, por miedo a que se me pierda; ando con fotocopia". Malvina Soledad Vera (26) se refiere a su DNI, que le costó cuatro años. En realidad, lo ansiaba desde mucho antes. "Comencé a tramitarlo a los 18, pero como era menor y mi papá no estaba, tuve que dejar. Cuando cumplí los 21, empecé sola". Malvina no tiene buenos recuerdos de la Defensoría 2 de San Isidro. "Me tenían dando vueltas de acá para allá. Cada vez que iba, faltaba algo. Si vas a preguntar, te contestan mal, como si una tuviera la culpa de no tener documento".

Para ella, cuatro años detrás de su DNI son "poco: lo mío tardó menos, porque fui yo personalmente a buscar y llevar mis papeles a La Plata, al Registro de las Personas. Si no, tardaba un año más". Confiesa que cuando por fin lo tuvo en sus manos, en diciembre pasado, sintió una alegría enorme". Malvina ignora por qué sus padres inscribieron a sus tres hermanos mayores, pero no a ella y a los tres menores. Hoy sigue habiendo gente que tiene hijos y no los anota".



Para evitarlo

Hay varias iniciativas para que no haya nuevos indocumentados. El ReNaPer prevé la inscripción de oficio. El hospital deberá enviar copia de la constatación de parto al Registro Civil, con los datos que figuran al dorso. Si los padres no fueron a anotarlo, el niño igual tendrá una identidad y un número de DNI.

En el distrito bonaerense, el Registro Provincial de las Personas hará una prueba piloto en la Maternidad de Tigre: antes de obtener el alta, la mamá tendrá que retirar la constancia de parto en la delegación del Registro que funcionará en la maternidad; allí recibirá la partida de nacimiento y el DNI.

Además, Avellaneda será el primer municipio que hará un relevamiento para saber quiénes no tienen partida de nacimiento, ni/o DNI, ni/o la actualización de los 8 o los 16 años. La tramitación se hará en escuelas, para todo el grupo familiar.


EL TRAMITE PARA SOLUCIONAR EL PROBLEMA ES ENGORROSO Y DEMORA VARIOS AÑOS


Estiman que medio millón de argentinos nunca tuvo su DNI
 

Por motivos económicos o culturales no fueron anotados al nacer, ni en sus primeros años de vida. Son virtuales NN que tienen dificultades para estudiar, trabajar o recibir beneficios sociales. Alcanzan al 1% en la provincia de Buenos Aires..

 


Sibila Camps

No pueden votar, ni ser electos, ni salir del país. No pueden ir más allá de la escuela primaria, ni obtener una beca, ni trabajar, ni acceder a una obra social, ni seguir un tratamiento en un hospital. No pueden siquiera hacer una denuncia en la Policía. Por falta de documento –porque nunca lo han tenido–, casi medio millón de argentinos son invisibles. Son NN.

En la provincia de Buenos Aires, donde vive el 40% de la población del país (estimada en 40 millones de personas), "no sería descabellado" calcular que el 1% de los habitantes jamás tuvo un DNI, afirma el director provincial del Registro de las Personas, Jorge Omar Aguiar. En Corrientes y Misiones, los argentinos indocumentados representan del 2% al 3% de la población, asegura Jorge Alvarez, presidente del Instituto Abierto para el Desarrollo y Estudio de Políticas Públicas (IADEPP), quien estima que al menos el 1% de los argentinos está en la misma situación.

Esa ONG comenzó a trabajar en este problema en 2002, en la villa La Cava, a instancias del padre Aníbal Filippini. "Por cada indocumentado que se ve, siempre aparecen uno o dos más, ocultos", señala. Sandra Papa cuenta que cuando fue directora de la Escuela 28 "Antártida Argentina", del Bajo Boulogne, "hemos visto familias enteras sin documentos". Un trabajo conjunto emprendido por el Registro y la Dirección de Educación bonaerenses reveló que en las escuelas primarias de la Provincia hay unos 70.000 chicos de más de 5 años que ni siquiera tienen partida de nacimiento.

Esto ocurre aun cuando en los últimos años se abrieron delegaciones del Registro Civil en más de cien hospitales públicos bonaerenses con maternidad, y en todos los hospitales porteños donde se atienden partos. Pero el grueso de los argentinos indocumentados es mayor de 21 años. Y contrariamente a lo que podría pensarse, es un fenómeno urbano.

Alvarez lo atribuye a "un problema estructural, que tiene que ver con la bestialización de la pobreza, en la Argentina de los 80. La gran mayoría responde a la indigencia; otros casos, a etapas de pobreza, en las que los padres no hicieron la inscripción de sus hijos porque no tenían plata para el colectivo; y también a una cuestión cultural, de que 'anotar al hijo le corresponde al papá' –detalla–. Es un país que los políticos no registran, porque estas personas no votan".

Cuando nace un bebé, la madre recibe una certificación de parto. Con esa constancia y antes de los 40 días, en una delegación del Registro Civil se gestiona la partida de nacimiento y se obtiene el DNI, sin foto. "La identidad, la da la partida de nacimiento; y lo que identifica es el DNI", explica la directora General Técnico Jurídica del Registro Nacional de las Personas (ReNaPer), Patricia Palladino.

Este trámite puede hacerlo el padre solo, si cuenta con libreta de matrimonio. Si lo hace sólo la madre, el hijo llevará su apellido, aunque el padre puede reconocerlo en cualquier momento.

Hasta los 6 años hay una segunda oportunidad, presentando la constancia de parto (a veces hay que actualizarla en el hospital), y una declaración jurada (se tramita en un juzgado de paz o una defensoría de menores), y llevando dos testigos. Pasados los 6 años, hay que iniciar un juicio de inscripción tardía, en un juzgado civil. Y esto, como todo trámite judicial, lleva varios años. Más aún: se convierte en un galimatías, que hace desertar a muchos.

"Te tratan mal", "No te explican nada", "Te tienen de aquí para allá", cuentan quienes llevan años detrás de su DNI. Alvarez describe: "La gente no tiene plata para viajar, ni puede dejar de trabajar para ir a hacer trámites. O va el patrullero a llevar la cédula judicial –por otra parte ininteligible–, y la mamá se asusta. 'No vayas –le dicen–, te van a meter en cana porque no anotaste a tu hijo'. En gran medida, este problema sigue siendo oculto porque los indocumentados tienen miedo de que los metan presos, y no es así. Si no están asistidos, no vuelven. Hace falta alguna organización que oficie de lenguaraz".

A partir de la experiencia del IADEPP, que viene haciendo esa tarea, su titular plantea la necesidad de capacitar a instituciones para que hagan este acompañamiento. Puede ser una iglesia, un comedor comunitario, la escuela y, en especial, los trabajadores sociales de los municipios. "La escuela, si bien hace muchísimo, también debe hacerse un espacio para esto, al menos donde tenemos comunidades populares –propone Sandra Papa–. El DNI es la acreditación que te da la sociedad para que seas un ciudadano, y al fin de cuentas, el nuevo diseño curricular habla de la construcción del ciudadano".