Sibila CampsArtículos destacados
   
   
Publicada en diario "Clarín", Buenos Aires, 17 de Setiembre de 2000

 
NANCY MASSENZIO, BIOQUIMICA
 


La heroína de esta historia


 
 

"El monumento en medio de la plaza se lo tenemos que hacer a Nancy. Después, a los demás", propone María Luisa Lagrutta. "Hizo todo sin computadora, y nunca se fijó en quién pagaría las llamadas a Buenos Aires", destaca María del Carmen Corona. (ver nota completa)

 
 
 


Las causas de los contagios


 
 

El hepatólogo Federico Villamil define a la hepatitis C en O''Brien como "un gran problema, pero del pasado": el 95% de los infectados son mayores de 40 años. Pasó tanto tiempo, que es imposible saber el origen de los contagios.

Como la principal vía es el contacto con sangre infectada, se analizaron los antecedentes y factores de riesgo de los pacientes. El 95% había recibido inyectables y el 21%, transfusiones, mientras que el 5% se sometió a tratamientos de acupuntura. El 46% había tenido hepatitis, aunque entonces se ignoraba que existían distintos tipos de virus. (ver nota completa)

 
 
 


Variantes de la enfermedad


 
 

No hace muchos años que los científicos lograron identificar los distintos tipos de hepatitis. La más frecuente y benigna es la A, para la que hay vacuna. El virus se transmite a través del aire y el agua, por contacto humano fecal-oral.

Las hepatitis B y C, en cambio, suelen ser crónicas y asintomáticas. La B, sumamente contagiosa, puede trasmitirse a través de trasfusiones o de accidentes con una aguja con sangre contaminada, por vía sexual y durante el embarazo.
(ver nota completa)

 
 
 


Favaloro
sabía

 
 

Varios habitantes de O''Brien confesaron a Clarín haber llorado durante varios días cuando se enteraron del suicidio del doctor René Favaloro, el 29 de agosto. "Mucha gente me llamaba desesperada. Pensaban que la Fundación Favaloro se cerraba. La gente se angustió", contó Nancy Massenzio, la bioquímica.

"Me parece bueno contarles que René conocía el proyecto de O''Brien, y que puso la institución para hacer lo que hubiera que hacer", contó al pueblo Federico Villamil, jefe de Hepatología y Trasplante Hepático de la Fundación. El aplauso duró varios minutos.

 
 

http://www.clarin.com/diario/2000/09/17/s-05305.htm

 

INFORME ESPECIAL: LA BATALLA DE O'BRIEN


Un pueblo se une para luchar contra la hepatitis


 

Ciento dos vecinos tienen el virus C, que puede causar cirrosis.
Se cree que se infectaron entre 1955 y 1975 mediante inyectables El pueblo entero se hizo análisis
Una cruzada en la que todos trabajan gratis


Por SIBILA CAMPS.
O'Brien, provincia de Buenos Aires.
Enviada especial

General O'Brien, a 38 kilómetros de Bragado, es un pueblo valiente: cuando sus 2.400 habitantes supieron que podían tener hepatitis C —y por lo tanto, quizá necesitar un trasplante o morir de cirrosis—, 1.832 fueron a hacerse los análisis. O''Brien es también un pueblo solidario y agradecido: ahora que saben que "sólo" 102 vecinos están infectados (11 veces más de lo normal), todos siguen acompañándolos, al igual que a los médicos y bioquímicos que encabezaron esta cruzada, sin cobrar un centavo.

En este pueblo rural limpio, de jardines prolijos y puertas sin llave, todos se conocen hasta por el sobrenombre. Blanca Dasseville de Candela (57), la primera de las cuatro personas que recibieron un trasplante de hígado en cuatro años, es simplemente Chichí. Rodolfo Corona (59), uno de los tres vecinos a la espera de un órgano, es Fito, el sodero. Juan Alejandro Cámera (43), el médico a cargo de la Unidad Sanitaria, es Ale. Y Nancy Massenzio (41), la única bioquímica, es Nancy.

"A Nancy hay que hacerle un monumento", expresan todos. Notó que algo andaba mal en los hígados de demasiados vecinos y les propuso hacerles hepatogramas: 20 estaban infectados con el virus de la hepatitis B y/o C.

La bioquímica se desesperó cuando empezó a formarse la lista de espera para trasplantes: todos los pacientes habían ido al médico por otras dolencias y, al profundizar los análisis, había "saltado" que tenían hepatitis. Sucede que, si bien la B puede ser aguda, por lo general ambas enfermedades avanzan muy lentamente y sin síntomas (ver Variantes de la enfermedad).

A gran escala

Nancy contó sus sospechas a médicos de Bragado —de cuya intendencia depende O''Brien—, pero no tuvo respuesta satisfactoria. Entonces viajó a Buenos Aires para hablar con Federico Villamil, director médico de la Unidad de Hepatología y Trasplante Hepático de la Fundación Favaloro, quien había operado a sus vecinas.

Le contó que en O''Brien hay pocas familias con obra social. Que la ambulancia y parte del equipamiento de la unidad sanitaria los compraron los vecinos. Que en los últimos siete años cerraron las dos fábricas textiles, donde trabajaban 225 personas. Que los fértiles campos de cereales y las hermosas estancias donde se crían Holando Argentina y Aberdeen Angus se las arreglan con un puñado de peones.

Villamil habló con el virólogo Gastón Picchio, del Scripps Research Institute de La Jolla, Estados Unidos. Allí se harían los análisis más complejos. Evaluaron que laboratorios de ese país y de la Argentina podrían donar los reactivos, y dijeron que sí. Hasta ahora, los costos se estiman en 230.000 pesos, y todos trabajaron gratis.

En julio de 1999, invitados por Nancy y Chichí a través de la FM local, 700 vecinos de O''Brien colmaban la Sociedad Italiana. "Villamil dio una charla espectacular sobre las hepatitis, con diapositivas. La gente entendió todo", recuerda la bioquímica.

La propuesta del médico, de efectuar análisis gratuitos, fue testeada casa por casa, a través de asistentes sociales de Bragado. Era preciso investigar qué tipo de hepatitis había, si era aguda o crónica, y cómo habían ocurrido los contagios.

"Tuvimos mucho miedo. No sabíamos si también los chicos estaban enfermos", confiesa María Luisa Lagrutta. "Pero todos se concientizaron de que otra oportunidad no íbamos a tener. Teníamos que enfrentar el miedo para no quedarnos con la duda", señala Lucía Burga.

Las extracciones de sangre, en agosto de 1999, duraron varios días, a pesar de que los profesionales del pueblo contaron con la ayuda de colegas y técnicos de Bragado. En total, 1.832 personas de todas las edades se sometieron al pinchazo y a un cuestionario epidemiológico.

Los resultados llegaron en noviembre. Nancy no paró de llorar hasta que terminó de comunicar a 102 vecinos que tenían hepatitis C, todos del genotipo más rebelde a las drogas (ver La heroína de esta historia). Pero dentro de la desgracia, había una buena noticia: el 95% de los infectados tenía más de 40 años. El peligro ya había pasado, y todo indicaba que los contagios se habían producido entre 1955 y 1975 a través de inyectables, durante la epidemia de fiebre hemorrágica (ver Las causas de los contagios).

Gratitud

En diciembre, cuando volvió el equipo de Villamil fueron a escucharlo 800 personas. Regresaron en marzo, para hacer 47 biopsias que permitieran conocer el estado del hígado de los pacientes más comprometidos. Ale, el médico, sacó las ecografías para indicar el lugar de la punción.

Se hicieron en el asilo de ancianos construido por los vecinos, aún vacío porque no hay cómo pagar al personal. "Casi 50 biopsias en dos días, sólo con una ambulancia en la puerta... probablemente no tendría los cojones para hacerlo de nuevo", confesó el jueves Villamil al pueblo.

Junto con el doctor Picchio, los médicos volvieron el jueves. Hasta ayer estuvieron aplicando vacunas contra la hepatitis B, tomando muestras y estudiando a cada paciente. Sólo 28 irían a tratamiento, y esperan que las autoridades sanitarias les brinden las drogas, que cuestan 25.000 pesos.

Saben que será duro, pero no se sienten solos. El jueves, casi mil vecinos indiferentes al frío y a la lluvia colmaron el polideportivo que está construyendo el pueblo, para escuchar y aplaudir de pie a Villamil, y colmar de humildes regalitos a las médicas y bioquímicas. A propuesta de dos chicos del Colegio Industrial, el Concejo Deliberante de Bragado declaró a Villamil visitante ilustre de O''Brien. Y los vecinos del nuevo barrio lo bautizaron con su nombre, y designaron a Nancy como madrina.

El encuentro terminó con una gigantesca choriceada, gracias a las donaciones de todos. Lo recaudado será entregado a la Fundación Favaloro. Sobre el telón cedido por una escuela primaria, una maestra había escrito: "Dios no necesita a los perfectos, necesita a los decididos. Gracias".

 
   
http://www.clarin.com/diario/2000/09/17/s-05215.htm