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Justicia y televisión
Justicia y televisión. La sociedad dicta sentencia

Sibila Camps y Luis Pazos. Editorial Perfil, colección Hoy x Hoy, Buenos Aires, 1999.

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CRÍTICAS

Fojas Cero, publicación gratuita distribuida a todos los abogados metropolitanos. Buenos Aires, año 8 N° 82, abril 1999.

Un libro para ayudarnos a reflexionar

Justicia y Televisión

Con la firma de Sibila Camps y Luis Pazos, Justicia y Televisión - La sociedad dicta sentencia, es un libro que nos ayuda a reflexionar sobre el rol de los medios en la sociedad actual.

Con un impecable rigor periodístico analiza los casos emblemáticos que han desfilado por la pantalla de la televisión en los últimos años, enriquecido por la opinión de expertos, jueces y abogados. Los casos María Soledad, Coppola, Oyarbide, Oswald, Barreda, Mon, son desmenuzados con la visión de periodistas serios, responsables y analizados desde una perspectiva crítica. Es una radiografía sociológica de nuestra sociedad finisecular, pero es también una profunda autocrítica al rol de los periodistas en su función de informar, una crítica a los jueces que aún no han asumido su rol en la desacralización del proceso como consecuencia de la oralidad, al de la sociedad que se encandila frente a una cámara de televisión. Para leer casi sin respirar, por su escritura dinámica, atractiva, deja muchísimo para la reflexión de todos los operadores jurídicos, en un momento en que la sociedad reclama transparencia y la cámara de televisión es la que la otorga con mayor objetividad.

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El Día, La Plata, 21 de marzo de 1999

De Perry Mason a Cúneo Libarona

 "Justicia y televisión", Sibila Camps y Luis Pazos, Perfil Libros, Bs.As., 1999

De un tiempo a esta parte, la realidad -esa ficción que suele interpretarse a través de los medios y fundamentalmente a través de las cámaras-, ha incorporado a su doctrina a nuevos actuantes. Ellos provienen de foros y, como no podía ser de otra manera, pasan por el foro de la exposición pública. Los sets los reciben, previo maquillaje. Jueces, abogados, fiscales, denunciantes, víctimas y victimarios constituyen el neo firmamento televisivo del espectáculo de la realidad. El drama y la tragedia actúan en vivo para millones de espectadores. El jurado dicta sentencia a través del rating y delibera en el living de cada hogar.

Sibila Camps y Luis Pazos analizan en profundidad y con rigor este fenómeno tan reciente como creciente, pero lo hacen no sólo desde la óptica periodística sino legal y jurídica. El resultado es un libro apasionante y crítico, ameno siempre y que exhibe un ostensible trabajo de investigación, tanto televisiva como judicial, para exhibir una parábola que arranca en los míticos Perry Mason y Petrocelli (fuentes de toda moral y albañilería) y culmina, como en un proceso de sutil degradación, en los casos orales y públicos de María Soledad (el juicio de las señas y señales), de Samantha y Cúneo Libarona, de Oyarbide, de Branca y el maldito video, del PAMI y sus coimas, de Mauro Viale y su trivialización, etc. La investigación no omite los más recientes casos de Perrota o Roviralta y analiza, con sagacidad, qué es la teleextorsión, cómo se lavan algunas imágenes merced a un "buen tratamiento de cámaras" y cómo interactúan algunos medios frente a un caso relevante. Será justicia, depende del televoto.

Carla Mariani

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El Diario, Paraná, 14 de marzo de 1999.

Aportes de dos ensayos sobre el periodismo

Visión crítica de la Justicia y el riesgo de investigar

C. FEDERAL.- El periodismo argentino atravesó desde la década del 70 las zozobras de una profesión considerada "peligrosa" cuando no subversiva desde el poder. Pero al mismo tiempo, goza de una credibilidad que para la sociedad es el único reaseguro contra la corrupción, los abusos o la impunidad. Dos ensayos de reciente publicación, "Justicia y televisión" de Perfil Libros y "Maten al mensajero" de Sudamericana, ofrecen una mirada crítica y a la vez lúcida sobre esa difícil convivencia entre el periodismo y el poder. Una de esas miradas, esencialmente histórica, es un homenaje a las víctimas de la intolerancia, cuando matar al periodista es el "remedio" para intimidar a los sobrevivientes del oficio y amordazar la libertad de prensa. La otra mirada, sobre la televisión y la justicia, aporta un material indispensable para un debate pendiente, sobre el papel de los medios de comunicación en su tarea de investigar la corrupción, desnudar las falencias de la justicia y, al mismo tiempo, reconocer y asumir desde la autocrítica sus propios excesos.

Desde Mariano Moreno a José Luis Cabezas

"Maten al mensajero" de Franco Salomone es un homenaje a todos los periodistas asesinados y desaparecidos desde los orígenes de la violencia política en la Argentina. Mariano Moreno y José Luis Cabezas son los eslabones que inician y cierran esta cadena de víctimas que incluye a periodistas-militantes como Emilio Jáuregui, Rodolfo Walsh o Paco Urondo, a los desaparecidos del 70 y a quienes murieron como corresponsales de guerra, tal el caso de Ignacio Escurra y Leonardo Henrichsen.

El libro, ameno en cuanto a su estilo periodístico, casi didáctico en algunos casos, reflota el testimonio de compañeros y familiares de la mayoría de las víctimas. Salomone no sólo cuenta cómo fue secuestrado o asesinado un periodista. Bucea en las causales del crimen e intenta identificar a los autores intelectuales de cada orden de matar. Generalmente el ejercicio de la libertad de prensa o la voluntad de involucrarse en el periodismo de investigación, subyace como disparador de la mayoría de los asesinatos.

Periodistas y gobernantes

"Sin los periodistas, la vida de los gobernantes sería mucho menos complicada. Por esa sola razón, políticos de todos los colores trataron siempre de controlar, por la seducción, la fuerza, el soborno o el asesinato, a los hombres de prensa", señala el autor, albergando desde su libro "la tímida esperanza de que nunca más un periodista sea eliminado en nuestro país por sus ideas y convicciones".

Si bien hubo periodistas asesinados en el siglo pasado -Florencio Varela y Juan Oyhanarte, además de la sospechosa muerte de Mariano Moreno- la eliminación física de los hombres de prensa se instaló como una pesadilla en el país a partir de la década del 70.

La penosa excepción que anticipaba el futuro fue Emilio Jáuregui, el primer periodista asesinado durante un régimen militar -la dictadura de Onganía- que fue eliminado durante una manifestación contra la visita de Nelson Rockefeller en 1969.

En aquel entones Jáuregui era militante de la combativa CGT de los Argentinos y su muerte se produjo durante una emboscada, que puso al descubierto la actividad -como sería moneda corriente a partir de 1976- de los denominados "servicios de inteligencia".

"La sociedad dicta sentencia"

"Justicia y televisión", subtitulada "La sociedad dicta sentencia", es un ensayo de los periodistas Sibila Camps y Luis Pazos, sobre la preponderancia que los medios de comunicación adquirieron durante los últimos tiempos, muchas veces motorizando las denuncias de corrupción que la sociedad demanda del periodismo, ante la ausencia de jueces, policías o funcionarios confiables.

El libro gira casi emblemáticamente en torno al juicio de María Soledad Morales, cuando la televisión, al mostrar cómo un juez inducía con un gesto a otro miembro del tribunal, cambió el rumbo de la historia.

Pero así como la televisión ofrece algunos ejemplos brillantes de periodismo de investigación, también es cierto que la frivolidad y el sensacionalismo convirtieron en héroes por un día a algunos personajes mediáticos. ¿Quién se acuerda ahora de Natalia, Samantha y otros de los protagonistas del caso Coppola?

Los periodistas Camps y Pazos en tal sentido cuestionan el casting de Mauro Viale, las teatralizaciones de "Memoria", el "culebrón" judicial de "Forum" y los jueces mediáticos como Piotti, Llermanos o Trovato.

Democracia y televisión

Para el debate, no sólo entre periodistas sino en el seno de la sociedad, los autores incorporan un capítulo titulado "De la democracia televisiva a la democracia real", en el que sostienen que para lograr una justicia madura "no basta con que los ciudadanos respalden a la televisión a través del rating como lo hicieron en el caso Cabezas".

Tampoco es suficiente -agregan los autores- que los ciudadanos-televidentes "contesten por la calle frente a una cámara, ni con llamar por teléfono a un canal, para decir si creen que Luque o Yabrán son culpables o inocentes, o si el juez Bernasconi merece o no ser destituido. Ni siquiera con que asistan a los programas de televisión y expresen su opinión".

Los autores de "Justicia y televisión" remarcan que la "condena social derivada de la justicia televisiva es un paliativo insuficiente de la verdadera justicia, y la democracia televisiva tampoco es la verdadera democracia".

En todo caso, periodistas, micrófonos, cámaras y reflectores, dentro de una sala de audiencia durante un juicio es un modelo de transparencia que avanza pese a todo en los ámbitos judiciales. "Un principio de participación", remarcan los autores. Pero no más que eso. Y aun así, escaso (DyN).

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El Litoral, Santa Fe, 20 de febrero de 1999

"Justicia y televisión"

Abogados que estudian teatro. Conductores convertidos en jueces y fiscales transformados en animadores. Denuncias, acusaciones, confesiones y arrepentimientos frente a las cámaras. Desde que justicia y televisión conviven en juzgados y sets, la opinión pública se ha convertido en jurado decisivo, abogado defensor o fiscal implacable de los casos más importantes que han tenido lugar en la historia reciente de nuestro país. Las imágenes míticas de la justicia penal, que el cine y las series lograron instalar, se volvieron definitivamente familiares para una sociedad que dicta sentencia desde los livings de toda la Argentina.

En verdad, desde el advenimiento de los medios de comunicación de masas, la opinión pública tuvo un peso capital en los juicios que llegaron a tener espacio en esos medios. Pero es claro que un juicio en vivo y en directo supone características propias. Para analizar esa simbiosis extraña, y a menudo inquietante, que se ha perfilado en estos años en la Argentina, Sibila Camps y Luis Pazos han dedicado un libro: "Justicia y televisión. La sociedad dicta sentencia".

Tal como cuentan estos autores, muchos letrados argentinos se abocaron al estudio del teatro como preparación al advenimiento del juicio oral y público. (La ley se sancionó, recordemos, el 5 de setiembre de 1990). Miles de abogados comenzaron a prepararse para sus actuaciones ante los tribunales. En primer lugar, se entrenaron para el qué se dice: tomaron clases de oratoria, discurso, estructura de los alegatos; pero sobre todo se capacitaron para el cómo decirlo: se pusieron a estudiar fonoaudiología, teatro, improvisación, expresión corporal, sicología aplicada.

Camps y Pazos cuentan que la sofisticación de la oferta llegó al punto de derivar a un nutricionista a los profesionales con algunos kilos de más, y a un masajista a aquellos que no conseguían relajarse. Se estudiaron las series y películas norteamericanas sobre juicios e, imbuidos de ellas, muchos se preguntaron si el ritual del juicio oral y público no derivaría en un espectáculo teatral. Algunos empezaron a hablar de "circo". La objeción quedó sin fundamentos, ante la oportunidad irremplazable de conocer la verdad en vivo y en directo.

Los autores analizan, en los distintos capítulos, entre otros temas: el video Nunca más de la Conadep; el juicio contra Carlos Monzón; Telenoche investiga; la cama del juez Oyarbide; los narcopolicías y el maldito video; el juez Branca; cámara oculta versus impunidad; Duhalde versus López Echagüe; actores con prontuario: el casting de Mauro Viale; la teleextorsión; una epopeya televisiva: el primer juicio por el crimen de María Soledad; no televisar para vencer el miedo: el segundo juicio por el crimen de María Soledad; televidentes defraudados: el juicio contra Fendrich; un político censurado: el juicio contra Cavallo; el abogado mediático que cayó en su propia trampa: el robo del video de la AMIA, y qué debe cambiar en la justicia y en la televisión. Un glosario de términos jurídicos empleados en el libro completa el índice. Publicó Perfil.

 

   
 
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