Sibila CampsArtículos destacados
   
   
Publicada en diario "Clarín", 16 de Noviembre de 1986

MANZANERO-SERRA LIMA, DESDE EL MIÉRCOLES


El corazón hecho un pentagrama


Tras haberse cruzado varias veces en América Latina, el azar los transformó en compañeros de asiento a bordo de un avión; allí, cuando María Martha Serra Lima abandonaba Chile rumbo al Perú -como parte de una larga gira que también abarcó Brasil, paraguay, Colombia y Estados Unidos-, Armando manzanero le propuso compartir un escenario. El éxito del debut en Lima los llevó a reeditarlo en la Argentina, donde presentarán "Dos gigantes del amor", desde el miércoles próximo al 23 de noviembre en el Opera.
 


Sibila Camps.

-¿Es el repertorio el que impone trabajar en locales más pequeños?

María Martha Serra Lima: Puede ser: es una cosa íntima. A mí me gusta que la gente me vea.

Armando Manzanero: No, porque Julio Iglesias canta el mismo tipo de canciones, y sin embargo se presenta en estadios. Creo que depende del temperamento del artista; el mío ha hecho que sea una persona de lugares pequeños y de teatros (el teatro me gusta mucho). Sin embargo, cuando uno logra crear ambiente, hace todo tan a gusto. Eso es hacerlo por amor. El día en que lo haga por obligación, dejo de hacerlo. Quizá es por eso que no soy un tipo adinerado.

-De todas maneras, no creo que le vaya tan mal.

Manzanero: Sí, pero no en proporción a como podría irme si fuera un poco menos vago. Soy un tipo de buen vivir, me gusta hacer lo que quiero, donde quiero, cuando quiero. Yo sólo sé gastar el dinero. Lo peor es que como todo lo mío es a medida, sale más caro.

Serra Lima: Lo mío también. Uno por chico, otro por grande. todo sale más caro.

-En el caso de María Martha, ¿cuáles son las condiciones que necesita para sentirse a gusto cantando?

Serra Lima: Una sala llena, estar acompañada por la gente que sé que lo hace bien y, fundamentalmente, que el sonido sea bueno; si no, me arruina todo, me siento trabajando, actuando, no estoy cantando. Lo que me gusta es cantar, pasar un momento agradable y trasmitírselo a la gente. Si logro esas tres cosas, ya soy absolutamente feliz.

-¿Y en su caso, Armando?

Manzanero: Exactamente las mismas condiciones. Desde luego es ideal que, en el momento en que uno trabaja, suspendan el servicio, porque es un problema el que estén pidiendo un trago y se atraviese un camarero.

-¿No hay una contradicción en eso, teniendo en cuenta el tipo de locales donde actúan ustedes, donde la gente no va sólo a escucharlos, sino también por otro tipo de ceremonias fuera de lo musical, y que incluso hacen que no pueda verlos todo el público que compra los discos?

Serra Lima: Somos cantantes de petit comité. Pero desgraciadamente no es negocio, porque no somos números baratos (hay que decir la verdad). Entonces hay que dejar la misma cantidad de gente y cobrar la entrada más cara, para poder pagar al artista. Pero igual, de vez en cuando uno se prodiga, canta en un estadio o en un gran teatro. Pero no es lo que más me gusta: me encandilan las luces, me da miedo de caerme del escenario porque no tengo conciencia de dónde estoy; hasta hablo más fuerte, porque como no los veo, creo que no me oyen. No me siento feliz haciéndolo. No sé cómo puede ser feliz una persona cantando cosas íntimas para 50.000 personas.

-Es mucho el público de bajos recursos que los sigue. ¿No han pensado en revertir esa situación?

Serra Lima: He trabajado siempre en lugares lindos, porque generalmente son aquellos donde la gente paga. He cantado varias veces en lugares como El Patio del Litoral: es sumamente humilde, pero aunque muchos escuchan respetuosos, tampoco es mi público, porque otros están borrachos o conversan. Eso es lo que pasa cuando uno canta para el pueblo "pueblo".

-¿Cuál es el público de Manzanero en Centroamérica, y cuál el que no tiene acceso a verlo en vivo?

Manzanero: Es triste lo que le voy a decir. Tengo el mismo problema que María Martha: sólo trabajo en lugares exclusivos. Y las veces en que he pretendido hacerlo en lugares de masas, me ha sucedido exactamente igual. Hace unos tres años me contrataron para ir a cantar en el City Hall de Los Ángeles, para el aniversario de la independencia de México. La entrada era gratis, lo que hace suponer que esa gente de la que usted está hablando, que necesita y quiere vernos, tenía que ir a vernos con todas las ganas del mundo. Había planeado cantar cinco canciones porque éramos muchos artistas. Canté tres, porque a la tercera había un cuate atrás haciendo sonar su corneta, y otro con su botella de ron, y otro que pegaba gritos mexicanos con su tequila. Y cuando terminaron de aplaudir, yo ya me había ido. Entonces comprendí. ¡que se vayan a la mierda! y que la sigo para toda la gente que sabe leer y escribir, no hay nada que hacer.

-Armando, a lo largo de tantos años de carrera, una vez que la pone a sonar, ¿qué siente que debe tener una canción para ponerse en contacto con el público?

Manzanero: Si supiera lo que usted me está preguntando, no fallaría una sola canción. Son tantas las cosas que intervienen y que necesita una canción para ser éxito. En primer lugar, después de una buena canción, el buen intérprete; inmediatamente después, el buen arreglador, el arreglo por donde debe caminar esa canción; y luego, que el público l acepte. Acaba de pasarme con una canción que se llama Soy lo peor. Debí haberle puesto Soy lo mejor, porque con la imagen que la gente tiene de mí, al decir "soy lo peor", empezaban a morirse de la risa. Es que nunca se pusieron a escuchar la canción completa: "Soy lo peor,/ mas no hagas caso de mi loco sentimiento,/ ni mi mal comportamiento,/ porque a la hora de extrañarte como un necio,/ un beso tuyo para mí no tiene precio,/ y para amarte,/ como así necesitarte,/ soy el mejor". Pero como la gente ya no tiene tiempo de escuchar todas las canciones completas, me falló ese contacto.

-¿Las canciones son demasiado funcionales es decir que la gente toma solamente lo que necesita de ellas, y quizá parcializa al autor?

Manzanero: En los últimos tiempos, sí. Es muy poca la gente que tiene tiempo de concentrarse en el automóvil para escuchar la canción completa, o de sentarse a escuchar. Actualmente la gente pone un casete de los artistas que están de moda, pero ha perdido la virtud de saber escuchar en la intimidad.

-¿En qué aspectos se identifica la gente a través de sus canciones?

Manzanero: En que digo cosas muy sencillas y muy naturales, que todas las mujeres quieren escuchar de sus maridos, o que todos los hombres desean decirle a su mujer: "Contigo aprendí/ que existen nuevas y mejores emociones." "Somos novios, pues los dos sentimos mutuo amor profundo." No tienen rebusques ni complicaciones.

-¿Y en su caso, María Martha?

Serra Lima: Las letras son fundamentales: que me resulten simples; mi público no tiene ganas o no está acostumbrado a pensar mucho las letras de mis canciones. Cuando estoy cantando un tema un poquito más complicado, me doy cuenta de que la gente no lo acepta. Le gusta la cosa simple, que llega. La mujer dice: "¡Cómo me gustaría que el hombre que quiero, me diga esto que está cantando esta mujer!" O el hombre dice: "¡Cómo me gustaría decir las cosas que está cantando esta mujer!" Entonces por ahí le regala el disco y le dice que tal canción es lo que quisiera decirle, pero que no le sale con palabras. Yo se las elijo simples, porque la gente tiene un lenguaje simple.

-Según pasan los años, ¿va cambiando la forma de componer, o los temas que interpretan?

Serra Lima: Yo no sé si va cambiando el repertorio: la gente te va creyendo más. Siempre digo que quizá parte de mi éxito se debe a que empecé a los 32 años y le cantaba al amor. La gente se lo cree porque tengo la edad suficiente para saber de lo que estoy hablando.

-En su caso, Armando, ¿puede marcar etapas?

Manzanero: ¡Claro! Cuando empecé a componer, cantaba: "Nunca en el mundo tendré/ otro amor que a mi ser haga/ sucumbir porque parte de mi alma eres tú/ y me siento feliz."; 15 años, blanco completamente. Vienen los 20 años, cuando ya empiezo a saber de qué estoy hablando, y hago: "Voy a apagar la luz/ para pensar en ti." Llego a los 30, conozco a la persona que me sacude el tuétano y me hace vibrar en serio, y entonces compongo: " Contigo aprendí/ que existen nuevas y mejores emociones.", ya la época caliente. Luego viene el retroceso, y. "En este otoño,/ cuando las hojas de mi tiempo se amontonan,/ surges de pronto y me construyes otro sueño." Va uno cambiando sus pensamientos, la forma de ver el amor, y la vida es diferente.

-¿Cómo lograr, a los 51 años, ser creído por los adolescentes y por los jóvenes?

Manzanero: En el caso del intérprete, sí. En el mío es difícil, porque no me podido meter canciones nuevas: canté a una generación que ha pasado sus canciones como herencia a sus hijos, pero yo no he logrado introducir números nuevos con esta generación; y quiero que sepa que lo he intentado, y lo intento todos los días. Si yo tengo 51 años, no voy a poder escribirle a una niña, porque no tengo una niña a quien amo: la mujer mía tiene 40 años; la persona a quien le escriba, va a ser una persona de mi edad.

-¿Cómo se explica el éxito de una mujer que le cante al amor, en sociedades tan machistas como las latinoamericanas?

Serra Lima: Me doy cuenta de que inconscientemente canto a las mujeres; porque soy mujer, y es como un dulce regaño que le hago al hombre, pero nunca mal intencionado, nunca demasiado cruel ni crudo, porque no es mi personalidad: no soy violenta ni vengativa, sino más bien tranquila. Me gusta más cantar que yo estoy sufriendo, y no hacerle cargos al hombre. Las letras demasiado sexuales, demasiado explícitas, no van conmigo; prefiero que sea insinuado.

Manzanero: María Martha elige canciones donde la mujer se siente digna; donde dice al hombre "te amo" sin humillarse. En la actualidad, las nuevas cantantes salen a agredir al hombre por los tantos años de represión que han tenido, porque alguien se atrevió a decirles lo que realmente son -o somos- los hombres. Hay algunas que se desmandan un poco, o que están un poco más agresivas.

-Armando, ¿le ha sucedido que le pasaran factura del machismo?

Manzanero: A mí, lo que me dicen -los señores- es: "¡Manzanero! ¡Caramba, por usted me casé!" "¡Con las canciones de usted me enamoré!" "¡Si usted supiera las cosas que he ligado con las canciones de usted.!" Y eso me da coraje, porque me doy cuenta de que todos ligaron, menos yo.