Publicada en diario "Clarín", Buenos Aires, 16 de Octubre de 2002

 

CULTURA: LA ORIGINAL HABIA SIDO FUNDADA POR ALEJANDRO MAGNO TRESCIENTOS AÑOS ANTES DE CRISTO

 

Inauguran la nueva Biblioteca de Alejandría

Quedará abierto hoy el nuevo edificio en el que se llevan gastados casi 400 millones de dólares. Alberga la sala de lectura más grande del mundo.

SIBILA CAMPS.

Ya avanzado el tercer milenio, en los tiempos en que las enciclopedias abandonan las bobinas de papel para desplegarse desde un minúsculo rincón de la computadora, se inaugura hoy en Egipto, con toda la pompa, la Bibliotheca Alexandrina. A dieciséis siglos de la destrucción de la legendaria Biblioteca de Alejandría, ha llegado por fin el momento de que las civilizaciones del siglo XXI demuestren que pueden compartir sin secretos todos los conocimientos producidos hasta el momento.

"Un vínculo hacia el pasado y una abertura hacia el futuro", la definieron los jefes de Estado, ministros, legisladores y académicos de todo el mundo que en 1990 se comprometieron a apoyar este proyecto internacional. Hace más de un año que el monumental edificio levantado en Alejandría —una ciudad de 6 millones de habitantes—, a orillas del Mediterráneo, está listo para el corte de cintas.

Pero los atentados contra las Torres Gemelas y el recrudecimiento de los conflictos en Oriente Medio obligaron a postergar varias veces la ceremonia. Habrá que ver ahora si la humanidad es capaz de estar a la altura de sus propios sueños.

Punto de confluencia de tres continentes —Africa, Asia y Europa—, Egipto fue una cuna de civilizaciones. Fundada en el año 322 a.C., Alejandría era una de las glorias del mundo antiguo. Allí había creado Alejandro Magno la célebre biblioteca, cuya construcción había comenzado hacia 290 a.C. el general griego Ptolomeo I, rey de Egipto, y concluido su hijo Ptolomeo II.

La biblioteca funcionaba en el Museion, un complejo de artes y ciencias que incluía laboratorios, conservatorios y hasta un zoológico. A mediados del siglo III a.C. albergaba unos 700.000 papiros manuscritos. Los recopilaban especialistas que no se hicieron famosos como bibliotecarios sino como científicos, entre ellos Arquímedes y el astrónomo Aristarco.

Allí estaban las obras de Platón, Aristóteles, Sófocles, Eurípides, Tucídides, Hipócrates y Euclides, algunas de ellas recogidas aún "calientes" de las manos de sus autores. La biblioteca también funcionaba como un enorme taller de copiado de manuscritos, para su distribución en el mundo antiguo.

Alejandría fue la capital de Egipto hasta el año 969 d.C. Para entonces, ya hacía varios siglos que había perdido su fabuloso tesoro, carbonizado en incendios. La primera mutilación, accidental, ocurrió en el año 48 d.C., cuando Julio César mantenía sitiada a la ciudad. Más tarde, Marco Antonio se hizo cargo de los daños: no sólo costeó la reconstrucción de la biblioteca, sino que regaló unos 200.000 manuscritos a Cleopatra.

En 272 d.C. volvió a arder, por orden del emperador Aurelio. En 391, las llamas vinieron de la rabia de los cristianos, furiosos por el culto a Serafis y por las obras paganas contenidas en los anaqueles. El golpe de gracia se lo dio en 638 el califa Omar: "Si los escritos de los griegos coinciden con el Corán, son inútiles y no es necesario conservarlos —se le atribuye—. Y si no coinciden, entonces son perniciosos y deben ser destruidos".

Los restos fueron demolidos en 642, por orden del general árabe Amr ibn Al As, y desde entonces permanecen sumergidos, en algún sitio aún no localizado frente a la moderna Alejandría.

En 1974, Mamdough Lofti Diowar, quien era rector de la Universidad de Alejandría, hizo pública su utopía de resucitar la mítica biblioteca de su cuidad. A mediados de los 80, la UNESCO ya había resuelto acompañar hasta el final este intento de acumular bajo el mismo techo todo el saber producido por los seres humanos.

Recién en 1989, tras un concurso internacional, se adjudicó la construcción de la obra al consorcio noruego Snohetta, que la realizó en colaboración con Christoph Kapeller, un arquitecto austríaco radicado en los Estados Unidos.

Para anudar el compromiso, el 12 de febrero de 1990, un grupo de altos mandatarios de varios países firmó en Asuán la Declaración para el Renacimiento de la Biblioteca de Alejandría, bajo el patronazgo del presidente egipcio Hosni Mubarak, y con la cooperación de la UNESCO y del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). En ese acto donaron los primeros 65 millones de dólares.

"La Bibliotheca Alexandrina representará el testimonio de un momento decisivo en la historia del pensamiento humano: el intento de constituir una suma sin precedentes de conocimientos, de reunir los escritos de todos los pueblos —prometían—. Será el testimonio de una empresa original que, al incluir la totalidad y la diversidad de la experiencia humana, aspira a formar un nuevo espíritu de investigación crítica, a través de una percepción más aguda del saber, considerado ante todo como un proceso de colaboración".

Al igual que la antigua biblioteca, ésta también es un complejo científico, conformado por tres edificios. Incluye un centro de conferencias, un planetario, una escuela internacional de ciencias de la información, una biblioteca para jóvenes y otra para no videntes, un museo de ciencias, un instituto de caligrafía y un laboratorio de restauración de manuscritos, de los que ya hay cien mil.

Sólo la construcción del edificio central costó 149 millones de dólares. Se trata de un gigantesco cilindro de techo inclinado que parece emerger del mar, y que contiene la sala de lectura más grande del mundo, con capacidad para 2.000 personas. A pesar de que un tercio de la biblioteca está bajo tierra, la luz natural se desliza por las dependencias desde que sale el Sol hasta que se pone.

Elegante e imponente, el edificio tiene una altura de 31 metros, exactamente la mitad de la primera gran pirámide de Sakkara. Para el diseño, los arquitectos se inspiraron en estudios de la geometría de los antiguos monumentos egipcios. La biblioteca está rodeada por una pared de granito con cientos de pictogramas, símbolos, jeroglíficos, signos, letras y trazos de todas las escrituras y alfabetos conocidos.

Otros 189 millones de dólares —donados por el gobierno de Egipto— se fueron en el terreno, el Centro de Conferencias, los gastos de consultoría y el presupuesto del comité general. Para el equipamiento hubo que desembolsar 20 millones, y las colecciones de libros y de periódicos significaron otros 31 millones.

El grueso del dinero se ha consumido en la construcción: preparada para albergar 8 millones de volúmenes, la Bibliotheca Alexandrina abrirá sus puertas con sólo 240.000. Al igual que su antecesora, cuenta con secciones dedicadas a astronomía, medicina, arte, historia, filosofía, botánica, geografía y matemáticas. Pero en ésta también hay miles de títulos sobre física cuántica, alta tecnología, electrónica, informática y ciencias económicas.

Además de manuscritos, mapas y libros en papel, la nueva biblioteca reúne todos los soportes modernos: discos, casetes, CD-ROM, videos, DVD, fibra óptica. Sin embargo, algunos autores ya han sido excluidos, debido a la censura impuesta por las leyes islámicas.

El presidente francés, Jacques Chirac, y las reinas Sofía de España, Silvia de Suecia y Rania de Jordania, ya confirmaron su asistencia al acto inaugural, en el que actuará la cantante argentina de tangos Lidia Borda (ver Habrá tango...). También estarán presentes académicos, arqueólogos, estudiosos, historiadores, diplomáticos y funcionarios de todo el planeta.

A partir de ahora, no se tratar á sólo de acumular tomos. Habrá que ver si la humanidad ha logrado aprender algo de su propia experiencia reducida a cenizas.

http://www.clarin.com/diario/2002/10/16/s-459615.htm